Destinos Errados


     ¡Sarah!

     El grito de Harry se dejó oír por encima de la retransmisión del partido de futbol que estaban

viendo en la pantalla panorámica de 52”.

     —¿Quieres traer las jodidas cervezas?

     Stan le lanzó una mirada fugaz a la joven mientras entraba apresurada en el salón portando una

bandeja con dos botellines nuevos y un bol de patatas fritas, dejándolo todo con cuidado sobre la

mesita baja colocada delante del enorme sillón. Harry ni se molestó en apartar los pies de encima

para facilitarle el trabajo.

     —¿Dónde cojones estás metida? —le preguntó. Su tono imperativo daba muestras de lo

cabreado que estaba, en parte porque el equipo del que ambos eran seguidores iba perdiendo a

falta de pocos minutos para que dieran el final—. Sienta tu culo en el sillón, como anfitriona das pena —continuó, dándole un trago a la cerveza recién salida de la nevera.

     Stan se dedicó a observar a la chica, el partido hacía rato que había dejado de interesarle. Hacía meses, o quizás un año, que no pasaba por casa de su amigo, aunque se veían cada día en el trabajo.

     Había dejado de ir por la situación incómoda en la que se encontraba, pero Harry había insistido en ver juntos ese partido. ¡Era la final, joder!, tal y como le había reiterado varias veces a lo largo del día. Acabó cediendo.




¿Quieres saber qué sucederá entre Harry, Stan y Sarah?

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